
Se acabó la Navidad.
En la puerta de mi casa se dejó este abeto desarraigado y sin angelitos de madera ni luces de colores ya.
La estampa es tristísima... Además, hace frío y ha llovido. Son las peores circunstancias para un árbol habituado al calor de los salones sevillanos.
Pero tranquilos: estoy segura de que aparecerá un reno de Santa Claus y se lo llevará al país de los juguetes donde siempre es Navidad.
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1 comentario:
Al día siguiente lo vi en la basura, no en el país de Santa Claus. IngenuA
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